Antes de salir al trabajo, Aurelio se asegura de llevar consigo su celular de pantalla táctil, con reproductor de música y cámara que le compró a un turista español. En La Habana de hoy un celular así es todo un símbolo de poder.
Aurelio (cuyo verdadero nombre se reserva para no ser identificado), es el privilegiado miembro de una clase de cubanos que trata de mantener un nivel de vida por encima del promedio sin tropezar frontalmente con un sistema que, cuando no desdeña la iniciativa individual, la castiga.
"En mi opinión las personas que trabajan en el negocio hotelero, turístico y de transporte tienen más poder de compra y son quienes más usan celulares'', dijo Aurelio. ‘‘Y creo que eso se mantendrá hasta el día en que cambien algunas situaciones''.
La firma Cubacel, perteneciente a la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), detenta el monopolio de la telefonía móvil en la isla. La tarifa de conexión es $65. En cada llamada, se cobra por recepción y emisión. El minuto por llamada recibida es 46 centavos CUC (1 CUC equivale a $1.20). Por llamadas a un teléfono residencial o comercial: 60 centavos CUC. Y 50 centavos CUC las llamadas a otro celular.
Considerando que el salario promedio mensual es de unos 400 pesos cubanos (aproximadamente $18), no es de extrañar que menos del 5 por ciento de la población cuente con líneas celulares.
Cuba ocupa el último lugar después de Haití entre los países de América Latina en cuanto a acceso telefónico móvil (0.2 por habitante). El primero es Argentina. Las autoridades estiman que para el 2013 habrá 1.4 millones de líneas disponibles entre usuarios habituales y otros que utilizan tarjetas de prepago.
Las comunicaciones constituyen un frente vital para el gobierno cubano. El tradicional e inflexible control de la información a lo largo de casi medio siglo se ha visto desafiado en los últimos años por nuevas tecnologías. Hay una veintena de blogs independientes, como Generación Y, donde voces disidentes expresan libremente su visión de la realidad. En ocasiones, personalidades opositoras han participado en video-conferencias con exiliados en Miami. El pasado año, las Damas de Blanco sostuvieron un encuentro virtual con la entonces Primera Dama Laura Bush, desde las oficinas de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
A pesar de la lentitud de la conexión y las restricciones oficiales, internet y el auge de la telefonía celular han sido de gran utilidad para los activistas de derechos humanos, que hacen llegar sus denuncias al extranjero con una prontitud imposible varios años atrás.
Desde la década de 1990, la televisión es el talón de Aquiles de la censura. Miles de cubanos, sobre todo en La Habana, suelen seguir la programación de los canales de televisión hispanos de Miami. Funcionarios del Departamento de Estado estiman que en Cuba hay de 10,000 a 15,000 antenas parabólicas.
Amaury, un habanero que alquila habitaciones de su casa a los turistas extranjeros por 30 CUC la noche, recibe una señal de televisión satelital pirateada por 10 CUC mensuales. Para su presupuesto familiar de aproximadamente 450 CUC no significa ningún gasto dramático.
"Aquí entran los canales de Miami, como Univisión y el 41 [AmericaTeVé]'', dijo Amaury, que tampoco quiso dar su verdadero nombre. "El único problema es que sólo puedes ver el canal que ha seleccionado el dueño de la antena parabólica''.
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